4 ago 2011

Capítulo 1x06 “Un fugitivo, una cita súper secreta y una llamada al más allá”

La Atalaya del Arcipreste
1x06 “Un fugitivo, una cita súper secreta y una llamada al más allá”

Los vecinos de La Atalaya celebraban el día de los enamorados, cada uno a su manera…

Gustavo y Fátima se dieron mutuamente unas tarjetitas y ambos se sonrieron.

FÁTIMA: “Eres lo más dulce de mi vida”… Qué bonito, Gus…
GUSTAVO: “No me imagino la vida sin ti”… Oh, cariño…

Hay que ver lo felices que puede hacer a algunos un trozo de cartón escrito con cursilerías… Otros, ni si quiera saben qué día es.

MANUEL: Buenos días, Menchu.
CARMEN: ¿Sólo buenos días? No me digas que no recuerdas qué día es hoy…
MANUEL: (Improvisó) ¡Que era broma! ¡Feliz cumpleaños!
CARMEN: (Le lanzó una mirada asesina) Ejem…
MANUEL: Eh… ¿Es tu santo?
CARMEN: (Resopló) Pfff…
MANUEL: (Sonrió) ¡Aniversario! ¡Es nuestro aniversario! ¡A que sí!
CARMEN: Vete a la mierda…

Luego también están los detallistas. Quizás demasiado…

JULIÁN: ¡Buenos días por la mañana!
BELINDA: (Se despertó y saltó de la cama) ¡Ahhhhhh!

Belinda lanzó la bandeja que Julián sostenía y todo lo que había sobre ella, los dulces y el ramo de flores cayó al suelo.

JULIÁN: ¡Las magdalenas!
BELINDA: ¡¿Pero qué narices haces tú aquí?!
JULIÁN: Pues que como ya sabrás hoy es San Valentín y quería sorprenderte y había subido a prepárate el desayuno, pero ya veo que no ha sido una buena idea…
BELINDA: Hombre, si te plantas en mi casa y me das este pedazo de susto, pues…

Aunque los hay peores, los hay que están solos…

KAREN: (Miró el calendario de la cocina) ¿Catorce de febrero? ¡¿Y qué más da cuando nadie te quiere?! ¡¡Mierda de vida!!

Unos tan poco y otros tanto…

GONZALO: Hola, ¿tienes tarjetas de San Valentín?
DEPENDIENTE: Sí, en aquella estantería.
GONZALO: ¿Y tienes alguna que ponga “Para mi único y verdadero amor”?
DEPENDIENTE: Creo que sí.
GONZALO: Pues dame cuatro.

Los que peor lo pasan son los inexpertos…

INGRID: Toma, es tu regalo.
MARCOS: ¿Regalo? Pero… ¿Por qué te has molestado cariño?
INGRID: (Sonrió) Es una tontería, hombre…
MARCOS: ¡Una camisa! Muchas gracias.
INGRID: Es el día de los enamorados, ¿cómo no te iba a comprar algo?
MARCOS: (Mintió) Pues… yo también te he comprado un detallito ¿eh? No te creas que soy de esos que no valoran las cosas materiales. Seguro que te gusta.
INGRID: Si no has comprado nada no importa, Marcos, no me enfado.
MARCOS: (Miró hacia otro lado) Pero que sí, que sí que te lo he comprado. Está… escondido. Luego te lo doy.
INGRID: Bueno, vale… (Se dirigió a la cocina)
MARCOS: (Susurró) Mierda…
INGRID: ¿Decías?
MARCOS: ¡Nada, nada!

Los hay que no tienen qué celebrar…

ÚRSULA: (Mirando la publicidad del buzón) Mira, han abierto un nuevo restaurante en el centro, se llama Cupido y tiene muy buena pinta. Podíamos ir a celebrar San Valentín.
MARÍA LUISA: Llevo diez años sin celebrar eso, ¿qué te hace pensar que me apetece desplazarme hoy en metro, que está lleno de indigentes hasta la parte antigua de Madrid para ver cómo se morrean las parejas mientras me como un filete que encima estará hasta demasiado duro para mí?
ÚRSULA: Bueno, bueno, hija, pues nada…

Los hay que ya están cansados de celebrarlo…

PILAR: Toma, es un jersey.
ALBERTO: Yo te he comprado unos pendientes.
PILAR: Pruébatelo a ver si te pica.
ALBERTO: Parece mentira cómo con el paso del tiempo vamos dándole menos importancia a este día…
PILAR: Es lo que tiene. Por cierto, prefería una pulsera.

Y los hay que aún están empezando y disfrutan de la emoción del momento…

MARTA: (A través de la web cam del ordenador) Te quiero Miki…
MIGUEL: No más de lo que yo te quiero a ti mi bollito de crema…
MARTA: ¿Me das un besito por la pantalla?
MIGUEL: Uno no, te doy tres mil.
MARTA: (Se río) Jeje.
MÓNICA: (Entró en la habitación) ¿Con quién hablas?
MARTA: (Cerró la tapa del ordenador) ¿Hablar? ¿Yo? Con nadie…
MÓNICA: Ah… vale…

Gustavo bajó en ascensor hasta el bajo. Cuando llegó al portal, caminó de cuclillas hasta la salida. De repente, el conserje le sorprendió.

GINÉS: (Extrañado) ¿Te puedo ayudar en algo Gustavo?
GUSTAVO: (Susurró) Shhh… Calla, calla, no grites. Y a mí no me tutees ¿eh?
GINÉS: Como usted prefiera Don Gustavo.
GUSTAVO: ¡Pero que no grites!
MANUEL: (Salió de su casa) ¡Hombre! ¡Gustavo! Pensaba que ya no ibas a trabajar. ¿Nos vamos?
GUSTAVO: (Miró con odio a Ginés) Sí, vámonos… ¡Y tú a fregar!

Ginés continuó con su trabajo y un par de minutos después llegaron las alquiladas del 2ºC, que se iban a hacer footing.

MIRIAM: Pufff... yo ya me he cansado sólo de bajar las escaleras corriendo.
MARTA: Venga chicas, todo sea por el culito duro que se nos va a poner.
GINÉS: Eso, eso, por ese culito….
MIRIAM: ¡Tú a lo tuyo depravado!
MÓNICA: ¿Y a ti por qué te ha dado ahora por hacer tanto ejercicio?
MARTA: (Miró de reojo al Bajo B) Nada, que me he dado cuenta de que estábamos cogiendo unos kilillos de más y había que bajarlos.
MIRIAM: Claro, además es San Valentín, ¡esta noche hay que salir de caza!
MARTA: ¡Venga, buen ritmo!
MÓNICA: Ufff… pues yo no sé si voy a poder…
MARTA: Pues dale un trago a la bebida isotónica esa que llevas.
MÓNICA: (Irónica) Sí… isotónica…
GINÉS: (Se arrodilló ante Mónica) “El sol, la luna y el mar forman un cuadro colosal,
pero tu y yo formamos la pareja ideal”
MÓNICA: (Miró a sus compañeras) Qué cosa más bonita que me acaba de decir…
MIRIAM: Demasiado bonita diría yo. A éste le pega más “Te comería entera y me pondría un tapón en el culo para no cagarte”.
GINÉS: Es un bonito día para darle una oportunidad al amor, ¿no crees?
MÓNICA: (Se puso nerviosa) Eh… ¡Vámonos chicas!

En el 2ºA, Belinda discutía con Julián sobre lo que había pasado.

JULIÁN: (Cabizbajo) Lo siento.
BELINDA: (Le acarició la calva) No te preocupes, sé que lo has hecho con buena intención.
JULIÁN: (Le cogió de las manos) Belinda, tú sabes que yo haría lo que fuera por ti. ¿Verdad?
BELINDA: Supongo…
JULIÁN: ¿Tú me quieres?
BELINDA: (Se levantó de la cama) Creo que será mejor que te vayas a casa…
JULIÁN: ¿Pero por qué no me quieres?
BELINDA: Julián, tú fuiste el mejor amigo de Matías, y si yo ahora tuviera algo contigo… No creo que fuese respetuoso hacia él.
JULIÁN: ¡¿Qué?! Pero si él lo que querría es verte feliz y rehaciendo tu vida.
BELINDA: No sé, no sé. Hablamos luego, ¿vale?
JULIÁN: (Se dirigió a la salida) Como tú quieras…

Julián cerró la puerta del 2ºA y se sentó en las escaleras del rellano. Las viejas aparecieron detrás de él.

MARÍA LUISA: Huy, qué cara más mustia…
ÚRSULA: ¿Y a ti qué te pasa?
JULIÁN: Mal de amores, señoras, ustedes no entienden de eso.
ÚRSULA: ¿Cómo que no? ¡Perdona majo, pero yo mantuve relaciones con algunos de los más grandes de España y fui una perfecta amante, esposa y viuda!
MARÍA LUISA: Yo sólo estuve casada una vez, ¡pero sé mucho de amor gracias a las revistas!
JULIÁN: Es Belinda, que dice que no quiere nada conmigo por respeto a Matías.
MARÍA LUISA: Normal, yo desde que murió mi marido estoy muerta de cintura para abajo.
JULIÁN: ¡Pero yo la quiero! Aunque Matías muriera, la vida sigue.
MARÍA LUISA: Sí, sigue con un niño extranjero adoptado y el trastorno solar ése…
ÚRSULA: Bipolar, trastorno bipolar.
MARÍA LUISA: Bueno, pues eso… ¡Que se la va la pinza!
JULIÁN: (Bajó las escaleras) Ustedes digan lo que quieran, pero Belinda y yo acabaremos juntos…
ÚRSULA: (Con voz misteriosa) No enfades a los espíritus, Julián…

Julián reflexionó sobre lo que le había dicho Úrsula y cuando llegó a su rellano, se le ocurrió una idea.

JULIÁN: Con que espíritus… ¿eh?

Manuel estaba regando las plantas de la entrada del hotel. Gustavo, desde el mostrador de la recepción no paraba de mirarle.

GUSTAVO: (Irritado) ¿Quieres dejar de regar las plantas?
MANUEL: Es que esto es un coñazo… ¿Y has visto qué feas están? A estas plantas las hace falta más agua. ¡Y que las hablen!
GUSTAVO: ¡¿Qué las hablen?! ¡Pero si son de plástico!
MANUEL: ¿Ah sí? Pues dan el pego que no veas.
GUSTAVO: Ven aquí que es donde tienes que estar, por desgracia…
MANUEL: (A un cliente) Buenos días Don Heladio.
CLIENTE: Buenos días, pero me llamo Bernardo…
MANUEL: ¡Huy! Eso, Don Bernardo, usted perdone.
GUSTAVO: No has acertado ni uno en todo la mañana.
MANUEL: Es que tienen todos unos nombres muy raros.
GUSTAVO: Pues te los aprendes.
MANUEL: Bueno, bueno, no te enfades… Huy, ahora que sale el tema, no veas el berrinche que se ha pillado Carmen… ¡porque no me he acordado de comprarla nada por San Valentín! ¿Tú lo ves normal?
GUSTAVO: Lo que no me parece normal es que sean tan poco detallista. Yo a Fátima la he dado una tarjetita romántica y esta noche nos vamos a ir a cenar al mejor restaurante de la ciudad.
MANUEL: Qué despilfarre… Seguro que tú solamente lo haces para que esta noche te recompense.
GUSTAVO: Mira que eres obsceno… Tú deberías hacer lo mismo si quieres que tu matrimonio vaya bien.
MANUEL: ¡Mi matrimonio va como la seda! (Reflexionó) Bueno, ahora que lo dices… Quizás sí que debería comprarla algo.
GUSTAVO: Yo he encargado unas rosas para que se las lleven a casa ¿por qué no haces tú lo mismo?
MANUEL: ¿Y a qué gitana se las has comprado?
GUSTAVO: ¿Cómo? Son de una floristería del centro.
MANUEL: Ah, vale, pues dame el número que les llamo.

Karen deambulaba sin rumbo por la parte de atrás de la urbanización. Se sentó en un banco y comenzó a llorar. Alzó la vista y vio la cafetería de Gonzalo.

KAREN: Ahogaré mis penas en alcohol…

Cuando fue a abrir, vio un cartelito que ponía “Cerrado”

KAREN: ¡¿Cómo que cerrado?! ¡¡Abrid!! ¡¡Necesito alcohol!!

Lourdes salió asustada de la consulta médica del local de al lado.

LOURDES: ¡David, saca el tranquilizante para caballos!
KAREN: ¡¿Qué has dicho?!
DAVID: ¿Pero qué pasa?
KAREN: (Se lanzó a por Lourdes) ¡Que la voy a arrancar los pelos a tu secretaria!
DAVID: (La sujetó mientras Lourdes se escondía en la consulta) ¡Para! ¡Para!
KAREN: (Volvió a sentarse en el banco) Lo siento… no sé lo que me pasa… Ah sí, ¡que mi vida es una mierda!
DAVID: (La intentó consolar) ¡Pero si eres una de las mejores presentadoras que conozco!
KAREN: (Sonrió) ¿En serio? ¿No lo dices para que deje de gritar?
DAVID: ¡Qué va! Lo digo en serio, me río muchísimo con tus programas y me encanta cómo lo haces.
KAREN: (Se secó las lágrimas) Es la primera vez que me dicen algo así…
DAVID: ¿Ves que guapa te pones si sonríes?
KAREN: Gracias…
DAVID: Bueno, siento dejarte pero es que tengo pacientes.
KAREN: No te preocupes. Si ya… me has alegrado el día. Jeje.
DAVID: Me alegro.

Karen se quedó mirando el culo de David mientras éste entraba en su consulta.

KAREN: (Morbosa) Nálgame Dios…

Marta estaba viendo la tele cuando oyó una música que venía de la entrada a la urbanización.

MARTA: (Se asomó a la terraza) ¿Miki?
GINÉS: Marta, dile a Mónica que se asome.
MARTA: ¿Pero qué haces? ¿Y qué suena?
GINÉS: Tchaikovski no te jode… ¡Tú llámala!
MARTA: ¡Mónica, ven que es para ti!
MÓNICA: ¿Qué pasa?
MARTA: No sé, el conserje…
GINÉS: Mónica, sabes que te quiero y por eso voy a dedicarte esta canción.
MIRIAM: (Se asomó junto a Mónica) ¿Y por qué no llama al telefonillo?
MARTA: (Risueña) Porque así es más romántico.
MRIRIAM: ¿Romántico? Éste no sería romántico ni con un ramo de rosas rojas.
GINÉS: ¡Qué os calléis! Escucha Mónica, ésta canción la compuse cuando estuve en la tuna.
MÓNICA: Hay dios…

Ginés comenzó a cantar mientras intentaba tocar una pandereta.

GINÉS: (Carraspeó) Yo fui muy famoso en esto de la tuna, lo que pasa es que no practico desde hace mucho tiempo.
MARTA: (Se tapó un oído) Con razón suena así…
MÓNICA: Yo te lo agradezco Ginés pero es que… yo no soy mucho de relaciones.
MIRIAM: Y menos con hombres que la duplican en años.
MARTA: No, y el bigote, que quieras que no… queda feo.
MIRIAM: Sin hablar de la ropa…
MARTA: O esa barriga cervecera…
MÓNICA: ¡Bueno, ya! Pues eso, que lo siento mucho pero creo que esto no tiene futuro.
GINÉS: ¡Pero si me he duchado y todo!
MÓNICA: Me voy a poner un copazo…
MARTA: Nada, no ha habido suerte.
PILAR: (Salió al jardín) ¡¿Pero cómo va a haber suerte? ¡¿Vosotras habéis visto al esperpento éste?! Jajajaja.
GINÉS: ¡Tú métete para adentro gorda!
PILAR: ¡Huy, lo que me ha dicho! ¡Alberto, Miguel, defenderme!

Marta y Miriam entraron riéndose al salón.

MARTA: Pobrecillo, es lo que tiene ser feo. Malditos genes…
MIRIAM: (Bromeó) Pero si es que eso no son genes, ¡son gérmenes!
MARTA: Chicas, ahora vengo, voy a… ahora vengo.
MIRIAM: Adiós…
MÓNICA: ¿De verdad tocaría en la tuna?
MIRIAM: Hombre, pinta tiene, pero esa pandereta sonaba peor que cuando atropellan a un gato.
MÓNICA: Igual viene en Internet. El sobrino de una vecina de mi madre tocaba en la tuna cuando iba a la universidad y ahora su música es tan reconocida que tienen una página web.
MIRIAM: Por probar… Total, no hay nada mejor que hacer.
MÓNICA: (Escribió en Google) “Ginés…
MIRIAM: Creo que su apellido es Peña, que lo he visto en la plaquita del uniforme.
MÓNICA: …Peña” ¡Intro!
MIRIAM: Qué pocas páginas… A ver, mira la segunda.
MÓNICA: “Huye el ladrón de bancos, Ginés Peña”

Mónica y Miriam se miraron a la vez con cara de asombro.

Julián llamó al timbre de Belinda.

BELINDA: (Llorando) ¡¿Qué?!
JULIÁN: Hola…
BELINDA: Ah, Julián, eres tú… Dime.
JULIÁN: Ya tengo tu regalo de San Valentín.
BELINDA: (Cabizbaja) Matías era tan romántico y detallista…
JULIÁN: Pues hoy podrás volver a hablar con él.
BELINDA: ¿Cómo?
JULIÁN: Vamos a invocar su espíritu con la güija.
BELINDA: (Le dio una bofetada) ¡Con eso no se juega!
JULIÁN: Pero… si me había comprado hasta un libro para hacerlo bien.
BELINDA: ¡¿Te crees que somos adolescentes aburridos en una noche de Halloween?
JULIÁN: Que no… Que yo sé cómo hacerlo para que salga todo bien. Además, ¿no te haría ilusión volver a hablar con él?
BELINDA: Sí que me haría ilusión pero… me da un poco de miedo.
JULIÁN: (La abrazó) Yo te protegeré.
BELINDA: Pero… ¿Y esto cómo va?
JULIÁN: Necesitamos un tablero güija, velas, un vaso y una pertenencia del difunto.
BELINDA: Qué mal rollo…

La furgoneta de una floristería llegó a la urbanización y el repartidor se bajó de ella para hablar con el conserje.

REPARTIDOR: Perdone, ¿es usted el conserje?
GINÉS: No hay que ser muy listo para ver que sí…
REPARTIDOR: Pues aquí tiene dos pedidos, no los subo yo porque voy pilladísimo de tiempo, lo siento.
GINÉS: No, si aquí quien se come todos los marrones soy yo…
REPARTIDOR: (Se subió a la furgoneta y se fue) No se queje tanto y sonría, que hoy es un día muy bonito.
GINÉS: Sí, precioso, no te jode. Bueno, a ver ahora para quién son tantas flores. Éstas para el Ático A y éstas… (Miró a los lados y susurró) Éstas me las quedo yo…

David subió en ascensor hasta el 1º y cuando fue a abrir la puerta de su casa, Karen le sorprendió.

KAREN: (Sonrió) ¡David! ¿Qué tal?
DAVID: Huy qué susto. Pues bien, ¿y tú?
KAREN: Ahora genial. ¿Tienes algo que hacer esta noche?
DAVID: Pues… creo que no. ¿Por qué?
KAREN: Pensé que quizás querrías cenar conmigo pero no sabías cómo pedírmelo.
DAVID: Eh… la verdad es que…
KAREN: ¡¿Vas a dejarme sola en un día tan especial?! ¡Eres un monstruo! ¡Igual que todos los hombres!
DAVID: ¡No! ¡No! Tú no te preocupes que esta noche cenamos juntos donde tú quieras.
KAREN: (Sonrió) Vale. A las ocho vengo a buscarte.
DAVID: (Abrió la puerta de casa y se metió dentro) Estaré… preparado. (Cerró la puerta)
GONZALO: ¿Con quién hablabas?
DAVID: Karen está un poquito… loca, ¿no?
GONZALO: ¿La del Ático? Ya te digo que si está ida de la olla.
DAVID: (Se llevó las manos a la cabeza) Pues la he cagado.

Manuel volvió a casa del trabajo.

MANUEL: Cariño, ya estoy en casa.
CARMEN: …
NEREA: ¿Y a ti qué te pasa?
CARMEN: Pregúntale al detallista de tu padre.
NEREA: Paso.
CARMEN: ¡Se ha olvidado de que hoy era San Valentín!
NEREA: ¿En serio? Jajaja. Por dios papá, que hasta mi novio me ha regalado un casco para cuando vaya con él en la moto.
MANUEL: ¿Has dicho novio?
CARMEN: ¿Has dicho moto?
NEREA: Me voy a mi habitación… Avisarme cuando vayamos a comer.
MANUEL: (Se acercó a su mujer) Bueno, yo creo que con las rosas he arreglado lo de esta mañana ¿no?
CARMEN: ¡¿Qué rosas?! ¡¿Las que le ha regalado Gustavo a Fátima?! ¡Tú encima cachondéate!
MANUEL: ¡Pero si yo también he encargado un ramo!
CARMEN: Pues aquí no ha llegado nada en toda la mañana.
MANUEL: Cariño, te juro que lo he encargado. ¡Joder, pregúntale a Gustavo!
CARMEN: (Se cruzó de brazos) Cada día me arrepiento más de haberte dado el sí quiero…
MANUEL: Pues tú no te preocupes, que esta noche lo voy a arreglar todo.

Miguel se levantó de la mesa y se preparó para salir a la calle.

PILAR: ¿A dónde vas, hijo?
MIGUEL: Voy a coger una carta que tenía que recibir hoy. Ahora vengo.
PILAR: No tardes.
MIGUEL: Que nooo…
ALBERTO: ¿Quieres dejarle ya? Que tiene casi cuarenta años por dios…
PILAR: Pero si yo no digo nada. Le dejo toda la libertad que él quiera.
ALBERTO: ¿Libertad? Pilar, que el otro día no le dejaste ni que llevara al niño al colegio porque te daba miedo que le robaran.
PILAR: Es que hay mucha inseguridad en las calles. ¡Hacen falta más policías!
ALBERTO: ¡Pero si todo el dinero se lo gastan en los inmigrantes! Dónde vamos a llegar…
PILAR: Este país ya no es lo que era…
ÓSCAR: Abuela, ¿eres racista?
PILAR: Ya estamos con las tonterías… ¿Dónde te enseñan eso? ¿En el colegio? Anda, cómete el filete y deja de decir tonterías. Cuánto tarda, ¿no?
ALBERTO: Joder, qué mujer…

Miguel bajó en ascensor hasta el garaje donde se encontró con Marta apoyada sobre un coche.

MARTA: (Miró a los lados) Has tardado mucho, ¿no?
MIGUEL: Cuando he podido, cariño, ya sabes que no podemos levantar sospechas.
MARTA: (Le besó) Es verdad, es que me dejo llevar.
MIGUEL: Ya sé dónde vamos a ir a cenar esta noche.
MARTA: ¿Dónde? ¿Dónde?
MIGUEL: A Cupido. Que es un restaurante muy moderno y bonito que acaban de abrir en el centro.
MARTA: ¡¿Sí?! (Le rodeó con los brazos) Miki, eres el mejor.
MIGUEL: Yo sí que te quiero a ti, mi bollito de crema…
MARTA: (Sonrojada) Jeje.
MIGUEL: (Le sonó el móvil) Bueno… mi madre…
MARTA: ¡Hay! ¡Corre, vete, que no sospechen!
MIGUEL: (Se subió al ascensor) Estate preparada esta noche que en cuanto pueda te hago una perdida y nos vamos ¿vale?
MARTA: (Levantó los pulgares) Ok. Ok.

Miriam no paraba de dar vueltas por el salón mientras Mónica ahogaba su miedo en el alcohol.

MÓNICA: No sé si es por lo que me he bebido o por que no paras de dar vueltas, pero yo me estoy empezando a marear…
MIRIAM: (Preocupada) Tenemos a un delincuente limpiándonos el edificio y nosotras sin saber nada.
MÓNICA: Y parecía entrañable…
MIRIAM: Pues a mí nunca me dio buena espina.

Llamaron a la puerta.

MIRIAM: (Se asustó) ¡Ah!
MÓNICA: ¿Quién será?
MIRIAM: (Se acercó a la puerta) Será Marta, voy a abrirla.
MÓNICA: Se lo contamos y nos vamos a decírselo al presidente ¿eh?
MIRIAM: (Abrió la puerta) Claro, claro.
GINÉS: Hola preciosa.
MIRIAM: (Cerró la puerta) ¡Mónica! ¡Que está aquí!
MÓNICA: ¿Quién?
MIRIAM: (Comenzó a morderse las uñas) ¡El conserje delincuente!
MÓNICA: ¿Y qué quiere?
MIRIAM: ¡¿Y yo qué sé?!
MÓNICA: Éste se ha enterado y viene a deshacerse de los testigos…
GINÉS: (Al otro lado de la puerta) Pues abro yo, si total, tengo todas las llaves aquí mismo…

Miriam y Mónica se abrazaron muertas de miedo.

Llamaron a la puerta del Ático A y Olimpia fue a abrir.

OLIMPIA: Bueno… el marido de la petarda… ¿Qué quieres?
MANUEL: (La apartó) Yo también me alegro de verte. ¿Está Gustavo?
GUSTAVO: Hombre, Manuel, dime.
MANUEL: Tenemos que hablar.
GUSTAVO: Pues… ven, vamos a la terraza.
OLIMPIA: Pero rapidito que tengo que fregarla, ¿eh?
GUSTAVO: Que sí…
MANUEL: Joder, yo no sé cómo la aguantáis… Si llega a estar en mi casa hace tiempo que la habría metido la cabeza en el cubo de la fregona.
GUSTAVO: No te digo yo que no se me haya ocurrido alguna vez… Pero Fátima es la que manda.
MANUEL: Gustavo, necesito que me ayudes a salvar mi matrimonio.
GUSTAVO: ¿Aún sigues con eso? ¿Es que no le han gustado a Carmen las rosas?
MANUEL: ¡Pero si dice que no la ha llegado nada!
GUSTAVO: Si es que ya no se puede confiar ni en los repartidores… Mira, te voy a enseñar una cosa.

Gustavo subió a la segunda planta mientras Manuel se quedó observando la decoración de la terraza.

MANUEL: (Cogió un bonsái) ¿Y esto? Vaya árbol más feo…
GUSTAVO: ¡Deja eso donde estaba!
MANUEL: (Se asustó) Bueno, bueno, no te pongas así que sólo es un olivo…
GUSTAVO: No es un olivo, es un bonsái. Los bonsáis son un arte muy delicado.
MANUEL: Tú sí que eres delicado… ¡Pero si no crecen! ¡Seguro que no los riegas lo suficiente!
GUSTAVO: Es que son así. Déjalo, para qué discutir… (Le enseñó una cajita) Mira lo que le he comprado a Fátima.
MANUEL: Claro, es que si tú la compras tanto lujo, cómo no se va a enfadar la mía… ¡Madre mía qué pedrusco!
GUSTAVO: Bonito, ¿eh?
MANUEL: Pero si esto tiene que valer más que mi casa…
GUSTAVO: Pues ya sabes, le compras uno igual a Carmen y arregláis todos los malentendidos.
MANUEL: ¡Perfecto! Bueno, pues esta noche se lo regalo. Muchas gracias, Gustavo, tú sí que eres un amigo.
GUSTAVO: De nada, hombre.

Manuel se despidió y salió al rellano del ático.

MANUEL: (Susurró) Lo llevas claro si crees que me voy a gastar la pasta en esa mierda… En un rato vengo y se lo quito…

Mientras, en el 2ºC.

MÓNICA: ¿Se habrá ido ya?
MIRIAM: Por lo menos ha dejado de llamar al timbre…
GINÉS: (Al otro lado de la puerta) ¡Tranquilas chicas, no preocuparse que ya entro yo a salvaros!
MÓNICA: Hay dios, que este tiene llaves de todos los pisos…
MIRIAM: Escóndete detrás de esa pared y cuando entre, le arreas con la botella de whisky.
MÓNICA: (Corrió a esconderse) Buena idea.
GINÉS: (Abrió la puerta y entró) Ya estoy aquí.
MÓNICA: (Le rompió la botella sobre la cabeza) ¡Ahhh!
MIRIAM: ¡Qué ostión!
GINÉS: (Dolorido) ¡Au! ¡¿Pero qué coño hacéis?!
MIRIAM: ¡¿Y tú por qué no le has dado más fuerte?!
MÓNICA: ¡No vayas de listo, que sabemos tu secreto!
GINÉS: ¿Secreto? ¿Qué secreto?
MÓNICA: (Le enseñó la pantalla de ordenador) ¡Éste!
GINES: ¿Cómo habéis…
MIRIAM: No, no, aquí el que tiene que dar las explicaciones eres tú.
GINÉS: (Cerró la puerta) Acabáis de meteros donde no debíais…

Úrsula y María Luisa entraron a cada de Belinda vestidas de luto y cargadas con velas en las manos.

MARÍA LUISA: Toma, la munición.
JULIÁN: Pero bueno señoras, si parece que se van a una procesión…
ÚRSULA: Julián, es una llamada al más allá, vamos a hablar con los difuntos, debemos mostrarles nuestro respeto.
MARÍA LUISA: Osea que no le mostramos el respeto a Julián que es el actual presidente, ¿y quieres que se lo mostremos al anterior que está muerto?
JULIÁN: Callaros que Belinda os puede oír. Y no está para bromas.
ÚRSULA: Si ya lo he dicho yo, que este tema es muy serio.
JULIÁN: Pues venga, pasen que vamos a empezar.

María Luisa y Úrsula pasaron hasta el salón y Julián se quedó hablando consigo mismo en el rellano.

JULIÁN: Vamos Julián, que esto es por una buena causa, hazlo por Belinda. (Agacho la cabeza) Que Matías me perdone… (Entró a casa y cerró la puerta)

BELINDA: ¡¿Qué hacen aquí las viejas?!
MARÍA LUISA: Qué manía con meterse con la edad…
ÚRSULA: ¡Perdona pero yo estoy en la flor de la vida!
MARÍA LUISA: (Se rió) Jajaja. Mira la otra…
JULIÁN: No empecemos, ¿eh? Belinda, han venido porque quieren apoyarte en estos momentos.
BELINDA: Tienes razón… Perdónenme, es que esto me pone muy nerviosa.
MARÍA LUISA: Como no lo hagamos bien, podemos ser poseídas durante la conexión con el más allá… Que yo he visto muchas películas.
ÚRSULA: Es lo más parecido a un orgasmo que vamos a tener a partir de ahora.
JULIÁN: Pero si esto hay que hacer con naturalidad y no como los jóvenes de las películas de terror, que parece que les gusta ponerse en peligro… Vamos a aquella mesa.
ÚRSULA: (Irónica) Tú dí que sí, cuanto más alejados de la salida mejor, para que si pasa algo, nos de tiempo a morir antes de poder escapar.

Los cuatro se sentaron y colocaron todo lo necesario sobre la mesa. Julián colocó en medio el tablero de la güija y lo rodeó con velas. En medio colocó el vaso de cristal.

JULIÁN: ¿Preparadas?
BELINDA: Sí.
ÚRSULA: (Rezando) Casi, pero da igual, tú empieza ya.
MARÍA LUISA: Preparadísima para empezar a descojonarme.
JULIÁN: Sí, sí, ustedes ríanse, luego yo no quiero saber nada.
BELINDA: (Le abrazó) Hay Julián, tengo miedo…
JULIÁN: No te preocupes, yo estoy aquí. Poned el dedo sobre el baso.
ÚRSULA: Estará limpio, ¿no?
BELINDA: ¡Por supuesto!
JULIÁN: Matías. Si estás ahí… manifiéstate.

Miriam y Mónica seguían retenidas en su piso por Ginés.

MÓNICA: (Llorando) No nos mates… ¡Por favor!
GINÉS: Habéis metido las narices donde no debíais y ahora no puedo dejaros ir así.
MIRIAM: ¡Ya sabía yo que tras ese bigote se escondía una mente oscura y siniestra!
MÓNICA: Pero… ¿Por qué? ¿Por qué hiciste eso?
GINÉS: (Se sentó en una silla y meditó unos segundos) No tuve más remedio. Tomad asiento, es una larga historia.

Mónica y Miriam se tranquilizaron y se sentaron en el sofá.

GINÉS: Tenía una mujer maravillosa a la que quería con locura. Me preparaba unos cocidos que no se los saltaba un gitano. Pero la desgracia nos sacudió un día y ella cayó enferma. Los gastos en las medicinas nos hicieron pasar por apuros económicos y yo me vi obligado a robar aquel banco para conseguir el dinero. Nunca lo hice por otra cosa que no fuera el amor hacia mi difunta esposa que en paz descanse.
MÓNICA: (Boquiabierta) Oh dios…
MIRIAM: Lo sentimos Ginés, nosotras no sabíamos esto.
GINÉS: Me encerraron en la cárcel y ya nadie pudo hacerse cargo de ella…
MÓNICA: (Le dio la mano) Pobrecillo, lo que habrás tenido que pasar.
GINÉS: (Llorando) Ha sido muy duro para mí. Tuve que escapar de aquel nido de homosexuales que intentaron violarme en más de una ocasión. Me miraban con ojos de lujuria…
MÓNICA: Si es que hay que tener un cuidado con el jabón en las duchas…
GINÉS: Bueno, yo prefiero irme ya. Pero por favor, no le comentéis nada de esto a ningún vecino.
MIRIAM: No, no, tú tranquilo que no decimos nada.
GINÉS: Muchas gracias guapas. (Se acercó a Mónica) Mónica, lo nuestro ha sido un amor fugaz e imposible que quizás tenga más futuro en otra vida.
MÓNICA: Sí, ya lo dejamos para la próxima reencarnación.
GINÉS: (Se fue) Adiós.
MIRIAM: (Cerró la puerta) Pobre hombre, nos hemos pasado…
GINÉS: (Susurró) Lo que hay que hacer para conservar un trabajo y mantenerse oculto de la ley… Jajaja.

David estaba esperando a Karen en la puerta de la urbanización. Gonzalo comenzó a hablarle por la cámara del telefonillo.

GONZALO: ¿Todavía no ha bajado?
DAVID: No. Y como no baje ya, yo me subo… Hay dios, me da mal rollo, ¿y si se altera en el restaurante?
GONZALO: Que nooo… Tú tranquilo, que a lo mejor no está tan loca como pensábamos.
DAVID: O a lo mejor está más… ¡Yo me voy! (Vio a Karen salir del ascensor) ¡Mierda! ¡Ya está aquí!
GONZALO: Pues venga, a pasarlo bien. No te espero despierto, ¿no?
KAREN: ¡¿Cómo?! ¡No dormiréis juntos, ¿verdad?!
DAVID: (Golpeó el telefonillo) ¡No! Lo decía de broma, mujer.
KAREN: Ah bueno…
DAVID: ¿Nos vamos?
KAREN: (Le cogió del brazo) ¿Dónde has reservado?
DAVID: En un restaurante nuevo del centro. Cupido, creo que se llama.
KAREN: (Suspiró) Cupido, qué romántico…

Manuel volvió a llamar al timbre del Ático A.

GUSTAVO: Hombre, Manuel, estábamos apunto de irnos.
MANUEL: Si es sólo un momento. Déjame ver el anillo que le has comprado a tu mujer.
GUSTAVO: (Susurró) No chilles, que te va a oír…
MANUEL: Huy, sí, es verdad, perdón.
GUSTAVO: (Le dio la cajita) Toma, míralo sólo un segundo, en lo que yo me pongo la corbata.
MANUEL: Vale, vale.

Gustavo se puso frente a un espejo del salón y comenzó a ponerse la corbata. Mientras, Manuel se guardó el anillo en el bolsillo y bajó corriendo las escaleras.

GUSTAVO: ¿Manuel? ¿Manuel? (Se asomó al rellano) Será hijo de…

Manuel llegó al bajo, donde Carmen le esperaba apoyada en los buzones.

CARMEN: (Harta de esperar) ¿Ya estás?
MANUEL: (Agarró del brazo a su mujer) Sí, sí, venga, vámonos, que no llegamos.
CARMEN: (Le dio una bofetada a su marido) ¡A mí no me agarres!
MANUEL: Vale, vale, pero date prisa.

Miguel observaba la escena detrás de la mirilla de su puerta.

MIGUEL: Bueno mamá, yo me voy ya.
ÓSCAR: ¿Dónde vas, papá?
MIGUEL: A cenar con unos amigos, tú ponte los dibujos, venga.
PILAR: ¿Y esa cena? ¿Quién va? ¿Y dónde es?
MIGUEL: No lo sé mamá… Son ellos los que lo han organizado.
ALBERTO: Y a ti qué más te da. Pues mira, uno menos para el que cocinar…
PILAR: Pero mira que eres desaborido.
MIGUEL: Bueno, que me voy.
PILAR: (Le dio un beso en la mejilla) Bueno, pues nada, pásalo bien.
MIGUEL: (Se dirigió al garaje) Adiós.
PILAR: ¡Y no bebas mucho!
MIGUEL: (Susurró) Qué agonía, por favor…

Julián hizo un ruido con la boca y todos pensaron que era la señal que indicaba que el espíritu de Matías estaba allí.

JULIÁN: Está entre nosotros.
MARÍA LUISA: Siento una presencia… Está dentro de mí… quiere manifestarse… (Se tiró un pedo) Jajajaja.
ÚRSULA: Jajajaja.
BELINDA: ¡Señora! ¡Qué asco!
JULIÁN: No se cachondee de esto porque es muy serio.
MARÍA LUISA: ¡Pero si ese sonido le has hecho tú con la boca! ¡Tú sí que estás hecho un fantasma!
JULIÁN: Déjese de tonterías y vamos a lo que importa. Preguntemos a Matías qué opina sobre si Belinda debería rehacer su vida.
BELINDA: ¿Cómo?
JULIÁN: Es un ejemplo, mujer…
ÚRSULA: Cuando acabemos me pasáis con Ernesto, un amante que era productor de cine que tuve hace muchos años.
MARÍA LUISA: Como tengamos que hablar con todos tus amantes…
BELINDA: (Enfadada con Julián) ¡¿Has montado todo este jaleo sólo para engañarme?!
JULIÁN: ¿Qué? No, no, lo que yo quería era…
MARÍA LUISA: ¡No mientas a la chica, joder!
BELINDA: No me esperaba esto de ti, Julián… ¡Qué decepción! ¡Me voy a mi habitación a llorar!
ÚRSULA: (Cogió el vaso) ¿Hola? ¿Hola?
JULIÁN: ¡Belinda, espera!
BELINDA: ¡Fuera de mi casa! ¡Gentuza!
MARÍA LUISA: Bueno… ya empieza con los ataques psicóticos que le dan…
BELINDA: ¡Yo no estoy loca! ¡Soy vosotros que no me dejáis en paz! ¡A la puta calle!
JULIÁN: Belinda, por favor.
BELINDA: (Le dio una bofetada) ¡No!
ÚRSULA: Qué ostia…
MARÍA LUISA: Vámonos, vámonos, que esto se está poniendo chungo.

En el Restaurante Cupido, Miguel y Marta entraron cada uno con sus gafas de sol para no ser reconocidos.

MIGUEL: Vamos a intentar que nos den una mesa al fondo.
MARTA: Eso, más intimidad, jeje.
MIGUEL: (A la recepcionista) Tenía una reserva a nombre de Miguel Pardo.
RECEPCIONISTA: Acompáñenme, por favor.

Se sentaron en una de las mesas más alejadas y se pusieron a mirar las cartas.

MIGUEL: Mira qué platos más ricos.
MARTA: (Le rozó la pierna con su pie) Cariño, me estás poniendo cochinilla…
MIGUEL: (Sonrojado) Huy Marta, pero avisa…
MARTA: (Miró al resto de mesas) ¿Pero aquellos no son Manuel y Carmen?
MIGUEL: Mierda. Tápate con la carta, que no nos vean.

Cuatro mesas a la derecha.

CARMEN: Qué lujazo de sitio… Ya era hora de que me trajeras a algo así.
MANUEL: Además te he comprado un detallito.
CARMEN: ¿Ah, sí? No tenías por qué…
MANUEL: (Susurró) Joder que no.
CARMEN: Te he oído. Bueno, a ver, ¿y qué es?
MANUEL: (Le dio una cajita) Toma.

Dos mesas más adelante.

FÁTIMA: ¿Cómo que te lo han robado?
GUSTAVO: Que sí, que ha sido Manuel, el vecino. Se lo he enseñado y se lo ha llevado, el muy cabrón… Cuando le pille se va a enterar.
FÁTIMA: Bueno, ¿y qué me habías comprado?

Dos mesas más atrás.

CARMEN: ¡¡¡Un anillo!!!

Dos mesas más adelante.

GUSTAVO: Eso mismo. (Se percató) ¿Cómo? ¡Pero si están ahí!

Dos mesas más atrás.

MANUEL: Carmen, corre que nos vamos.
CARMEN: ¿Cómo nos vamos a ir ya? ¡Hay cariño, qué anillo más bonito!

David y Karen cenaban a pocos metros de ellos.

DAVID: Me parece que han venido algunos vecinos…
KAREN: ¡¿Son ellos los que tanto gritan?! ¡Pues que se callen! ¡Que nos están jodiendo la cena romántica! Voy a decírselo.
DAVID: ¡No! ¡Espera!
KAREN: (Se acercó a ellos) ¡¿Queréis dejar de fastidiarme la cena?! ¡Que David me había invitado!
DAVID: Bueno, invitado… Mejor dicho, pagábamos a medias.
KAREN: Anda, embustero, si estás loquito por mi cuerpo.
DAVID: ¡¿Yo?! ¡Pero si eras tú la que querías cenar conmigo a toda costa!
KAREN: ¡Mientes como un bellaco!
DAVID: ¡Yo sólo lo hice por animarte! ¡Y ahora te has obsesionado comigo! Yo me largo.
KAREN: ¡No irás con David, ¿verdad?! ¡¿Eres gay y no me lo habías dicho?!
DAVID: ¡Que te den!
GUSTAVO: ¡Manuel, dame mi regalo ahora mismo!
MANUEL: ¿Qué regalo?
CARMEN: (A Fátima) Mira lo que me ha comprado mi marido.
FÁTIMA: ¡Ese anillo es mío!
CARMEN: ¡Envidiosa!
FÁTIMA: (Le intentó quitar el anillo) ¡Que me lo des!
MANUEL: ¡Que no cunda el pánico!
GUSTAVO: (Le dio un puñetazo) ¡Toma! ¡Para que otra vez vuelvas a robarme!
CAMARERO: ¡Seguridad!
CARMEN: ¿Cómo que seguridad? ¡Manuel, que nos echan a la calle!

A pocos metros de la pelea.

MIGUEL: Nos van a ver…
MARTA: Vámonos de aquí, que como nos pillen…

Miguel y Marta salieron a gatas del restaurante. Un camarero que no les vio, tropezó con ellos y tiró al suelo toda la comida que llevaba.

MARTA: ¡Mi vestido nuevo!
FÁTIMA: ¿Marta?
MIGUEL: Mierda…
CARMEN: ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¿Estáis juntos?

Marta resopló y miró a Miguel.

MARTA: Bueno, yo mientras no se entere tu madre…


Escrito por IDEAL906090.

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